MITOS SOBRE LA VIRGINIDAD

8 10 2008

Publicado por medicina21.com:

La virginidad de la mujer al acceder al matrimonio es todavía algo imprescindible en algunas culturas, pero en la forma de vida occidental ha ido perdiendo valor para la mayoría de personas. Todavía hay jóvenes que aprecian llegar sin experiencia sexual a una relación matrimonial, guiados por sus ideas religiosas.

Se considera erróneamente virgen a la mujer que tiene su himen intacto. El himen es una membrana, generalmente frágil, que se halla a la entrada del canal vaginal. Está perforada de manera variable. Si obstruye totalmente la vagina, de modo que no deja fluir hacia afuera el sangrado menstrual, se considera una malformación y se resuelve con un toque de bisturí.

Hay hímenes muy elásticos, que permitirán el coito sin romperse, y otros pueden haberse roto sin actividad sexual a consecuencia de deportes, accidentes, tampones o poca delicadeza en la higiene personal.
Así que la presencia o ausencia de un himen intacto en ningún caso ofrece la seguridad de que una mujer no ha disfrutado todavía de su sexualidad.

Se da el caso de mujeres que han tenido relaciones sexuales amplias y satisfactorias pero sin haber practicado nunca la penetración.

La reconstrucción del himen es una intervención quirúrgica muy simple que, a decir de algunos ginecólogos, cada día es más solicitada por mujeres cuya cultura aconseja que lo conserven para su marido. También algunas solicitan la intervención a modo de regalo cuando se casan por segunda vez. Después de la desfloración, quedan los restos de la membrana adosados a la vagina, que son los que se cosen para dar la apariencia de himen sin perforar.

La desfloración puede producir un ligero sangrado y cierto entumecimiento de la zona durante unas horas.

Para toda mujer, desde luego, su primer coito es motivo de celebración y a veces de temor a lo desconocido y al dolor que pueda sentir.

El hombre, en el primer coito con la mujer debe actuar con delicadeza, seduciendo, excitándola y controlando su propia excitación. Cualquier brusquedad puede hacer que la mujer cierre en vez de abrir, y haya que posponer la ceremonia.

La elasticidad y amplitud de la vagina aumenta cuanto más excitada y deseosa está una mujer, así que habrá que iniciar la penetración cuando el clítoris esté en erección, los labios de la vulva abiertos y la entrada vaginal mojada del lubricante que ella habrá segregado por su excitación y que favorecerá que la entrada del pene sea suave. Será mejor que los dedos del hombre hayan explorado abundantemente la entrada para comprobar que el camino está preparado.

La mujer también desea que su primer coito sea por amor, desea creer que se entrega a un hombre que sabrá tratarla, no solo en ese momento sino también después, con el respeto y ternura que merece. Desea que su vida sexual empiece y continúe de forma armoniosa.

Hay algunas mujeres que, en edad considerada avanzada, más allá de los treinta, no han encontrado en ningún hombre todas estas garantías y no se han entregado a nadie. Cuantos más años pasan, más timidez tienen a la hora de informar a una posible pareja de su situación de virginidad e inexperiencia, dándose así la paradoja de que lo que algunos valoran en demasía, a ellas les representa un problema de relación social, un foco de inseguridad y una autoimagen infravalorada por no haberse sentido deseadas con amor.

En esos casos, la mujer necesita lo mismo que todas las demás: un hombre respetuoso que se acerque a ellas con comprensión, que explore su cuerpo dejando que el deseo de los dos vaya en aumento, sin prisas por penetrar y eyacular. Todo el cuerpo de una mujer es zona erógena, su órgano sexual es el clítoris, y cuando el deseo de ella está logrado la desfloración será una ceremonia placentera para los dos, que dejará un recuerdo de placer y no de dolor.